domingo, 4 de agosto de 2013

Los errores y aciertos de Florentino Ariza

La edad no te hace más sabio.

Los años, no te hacen más sabio.

Las vivencias, eso sí. La experiencia y la vida vivida de verdad, te hace más sabio. Vivir la vida de verdad implica empaparse. La vida está llena de lagos, de hecho muy pocas veces pisamos tierra firme, los lagos son muy anchos y siempre podemos elegir, entre bordearlos o atravesarlos. Rara vez no se hace pie, pero en ocasiones es necesario nadar un poco. Casi siempre elegimos bordear, elegimos negarnos a ver los lagos, el fango, el musgo. Las ramas de la vegetación que rodea los lagos, las espinas.

Vivir es no juzgar permanentemente a los demás como reflejo del juicio permanente a uno mismo.

Vivir es doblar esquinas nunca antes dobladas. Vivir es abrir puertas nunca antes abiertas.

Yo puedo decir que he vivido.

El Amor en los Tiempos del Cólera no es una historia de amor, ni de desamor, ni de fidelidad. (hablo de la película, aclaro, porque no he leído el libro, amo leer, pero este en concreto no lo he leído aun)

El Amor en los Tiempos del Cólera es una historia de enfrentamiento, de batalla, de lucha. La lucha entre la libertad del conocimiento, y la prisión de las convenciones y la falsa moral.
Una lucha muy vieja.

Así que Florentino no para aferrarse a la fidelidad como a un dios al que responsabilizar del propio destino. Porque así no es necesario que uno tome decisiones o se responsabilice. Así podemos achacar lo bueno a Dios que nos recompensa, y lo malo también a dios que nos castiga por algo o nos pone a prueba.

Ese fue el error de Florentino Ariza.

Si bien creo que es un error bastante comprensible. Porque Florentino Ariza, como todos, tuvo épocas distintas y lagos distintos.

Y también cruzó ese lago. Donde el amor parece la condena más cruel, la cadena más pesada, la sentencia innecesaria, el sentimiento que debió haber desaparecido o nunca existido. Ese agua profunda y pantanosa, que no permite avanzar, que asfixia, que se mete en la boca y los oídos, que empaña los ojos, que está llena de algas que se enganchan a los pies y tiran de uno hacia abajo. Que provoca en uno una tristeza honda, perpetua, tóxica, oscura, muy oscura, sonora,  vacía. Que nos lanza a maldecirnos por la estupidez y a

Florentino vivió a principios del Siglo XX. La moral social y estricta, la sociedad encorsetada, lo había educado en la fe y en la rigidez.

Y de ahí su juramento. Nunca más amaré a otra mujer, y permaneceré siempre fiel a Fermina Daza.

Pobre, pobre inocente. Él hubiese querido no vivir, creyó que el amor mataba y se retiró del mundo. Pero no le dejaron, y folló y folló y la puerta de su cárcel autoimpuesta derribó. Y se exilió del mundo, dejó atrás todas las convenciones sociales que no tienen sentido y se dedico a aquello por lo que sospecho que alguien nos puso aquí en este bonito y azul planeta una vez, a dar placer y a recibirlo.

Florentino Ariza vivió.

Errores y aciertos como decía arriba. y luego bajó la guardia. Y volvió a amar, y perdió. Y la muerte y el desamor volvieron a su vida y volvió a recluirse, y sufrió.

Florentino Ariza vivió.

Y se hizo rico, y siguió fiel a su juramento de ser siempre fiel, pero siguió follando.

Florentino Ariza siguió viviendo.


Florentino Ariza nos enseña a no estar siempre a examen, a darse cuenta de que uno no peude ser siempre fiel a sí mismo y al estatismo sin ser un estúpido, pero que tampoco se puede vivir sin ser juzgado.

Florentino Ariza nos enseña a que solo tú puedes permitir que los demás te pongan permanentemente a examen. Si entras en su aula y respondes a las preguntas del examen

Florentino Ariza nos enseñó a vivir cruzando lagos. se equivocó a veces, claro q sí, podría haber sido más feliz, o haberlo intentado mucho más. Pero su manera de vivir es tan perfectamente válida como cualquier otra.

Si yo fuera una tía haría constantemente esto:




[Sed en el aire, boca en la tierra]

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